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El estrés en los niños

El estrés en los niños

El estrés infantil constituye la respuesta (conjunto de reacciones) del organismo a nivel biológico y psicológico frente a ciertas situaciones que el niño no logra controlar y/o comprender, generando un desequilibrio que puede resultar una respuesta adaptativa, o perdurar en el tiempo, y predisponer a la aparición de síntomas o diversas patologías.

El estrés en los niños

De ahí la importancia de que los padres estén atentos a los indicadores a fin de prevenir este padecimiento en sus hijos. También los bebés pueden padecer stress a consecuencia del exceso de estímulos en el ambiente, la ansiedad, depresión o stress de los adultos o por la sensación de falta de afecto de sus padres.

Entre los factores estresantes podemos mencionar:

  • Situaciones ambientales: ruidos estridentes, superposición de estímulos (televisión, radio y gente hablando), escuchar y/o presenciar conflictos, interrupciones abruptas del sueño.
  • Situaciones familiares: separación de los padres, viajes, mudanzas, maltrato físico y/o psicológico, nacimiento de un hermanito, abuso sexual, pérdida de un ser querido, enfermedad propia o de un familiar, peleas en el hogar, un accidente.
  • Situaciones escolares: exigencia superior a las posibilidades reales del niño, cambio de escuela, exámenes, maltrato físico y/o psicológico por parte de maestros o compañeros, rendimiento inferior a sus compañeros.
  • Situaciones particulares: ser diferente a los demás en algún aspecto, ritmo de vida acelerado, rutinas inestables y estresores estructurales (cambios y adaptaciones que todo niño debe hacer en las diferentes etapas de su crecimiento, vividas y afrontadas de diferente manera por cada uno).

Algunos indicadores de estrés infantil

  •  Generales: Estados de angustia reiterados, tristeza, irritabilidad, aislamiento.
  •  Hasta los 5 años: cólicos reiterados sin explicación clínica, deseos de estar en brazos, pesadillas, temores a la oscuridad o a estar solo, alteración de la alimentación, dificultades en el habla, reaparición de conductas infantiles no correspondientes a la etapa del niño como ser: incontinencias nocturnas o chuparse el dedo.
  • De 5 a 11 años: conductas agresivas, desafiantes y de provocación hacia pares y adultos, aumento y cambios en las peleas con los hermanos u otros niños, falta de confianza en sí mismo, baja del rendimiento escolar.

Qué pueden hacer los padres?

El principal factor para prevenir el stress en los niños es el control del stress de los propios padres. Será de ese modo únicamente como podrán ofrecerse como modelo sano y saludable para sus hijos.

Luego, la actitud positiva de los padres para con los hijos, la paciencia, el cariño, el disfrute, el tiempo de calidad compartido con ellos, la manera de enfrentar y resolver situaciones, la predisposición al diálogo y la aceptación y aprobación de cada hijo tal como es (único y diferente de los demás), serán instrumentos de fundamental importancia a la hora de favorecer el sano desarrollo del niño y su autoestima.

Ante todo, es necesario diferenciar el consentir y sobreproteger, del cuidar y contener. Frente a los miedos, las preocupaciones y las angustias, su hijo debe contar con la confianza y seguridad de que Ud. como figura de apego fundamental, estará allí para protegerlo y escucharlo en los momentos difíciles. Esperar a que “se le pase solo” es enseñarle a ocultar sus emociones y predisponerlo a que las mismas aparezcan luego sin causa aparente. La afectividad de los padres y la demostración de amor hacia sus hijos serán directamente proporcionales a la capacidad de aprender y enfrentar los desafíos de la vida que ellos desarrollen.

El estrés en bebés:

  • Responder a sus necesidades básicas (entre las que se encuentra el afecto)
  •  Evitar la hiper-estimulación
  •  Establecer diálogos visuales
  •  Permitir periodos de llanto que no sean prolongados
  •  Utilizar un tono de voz suave, lo mismo con luces y sonidos
  •  Establecer contacto físico (besos, masajes, caricias) de modo relajante
  •  Evitar juegos bruscos
  •  Buscar siempre el disfrute del niño en todo juego o caricia
  •    Generar el clima propicio para cada momento (sueño, juego, alimentación, etc)
  •  Armar y sostener rutinas diarias

El estrés en niños:

  • Mantener una actitud de apertura al diálogo sin presiones ni prejuicios. Para poder hablar y/o preguntar, su hijo necesitará sentirse seguro, encontrar el momento oportuno, saber que será escuchado sin prejuicios, que creerá en él y que estará dispuesto a ayudarlo.
  • Respetar los tiempos y modalidades de expresión del niño. Según la edad y sus características personales, algunos podrán hablar sobre lo que les preocupa y otros se expresarán mediante juegos, dibujos, cuentos, etc. Por esto es muy importante que el adulto le proponga dibujar, dramatizar lo sucedido o que simplemente observe las actividades que realiza el niño en forma espontánea a fin de intentar comprender lo que le está sucediendo.
  •  Decirle la verdad. Cuando exista una situación que preocupe a uno o más adultos del hogar, explíquele a su hijo en forma sencilla lo que está sucediendo y si hay algo que no sabe, es importante que pueda decir simplemente: “no se”. Lo que causa mayor angustia en un niño es percibir que sus padres están preocupados, y que su percepción es negada o desmentida por ellos.
  • Observarlo mientras hace la tarea. Si Ud. nota que presenta demora en resolver, que tiene la mirada perdida o que no logra concentrarse, acompáñelo, pregúntele cuál es la dificultad y ofrézcale su ayuda, (todo esto sin resolver por él).
  •  Reveer los tiempos libres de los que dispone su hijo. El exceso de actividades podría estar afectando su rendimiento y su estado emocional
  • Enseñarle a enfrentar las situaciones. Si su hijo logró expresar su preocupación, puede ofrecerle herramientas (ejemplos, opciones) para que él mismo pueda resolver o hacer frente al momento difícil que está atravesando.
  • Demostrarle y recordarle siempre a su hijo el cariño que siente por él, más allá de los resultados o logros que obtenga. En numerosas ocasiones las presiones y exigencias de los padres, o bien, las auto-impuestas por el niño para agradar a sus papás, son tales, que generan estados de angustia y stress.
  •  Dedicarle tiempo de calidad más que cantidad de tiempo.

Si Ud. detecta que su hijo presenta algunos de estos síntomas y que los mismos no desaparecen ni disminuyen en el tiempo, será recomendable solicitar la orientación de un profesional.

Lic. Soledad Fuster MN 50225
Red de Psicólogos Tu Lugar-Psi

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