Embarazo

Licencia por maternidad:

El dilema de volver o no volver a trabajar

El dilema de volver o no volver a trabajar

Muchas mamás tienen el anhelo de que haya "un antes y un después" del parto: la llegada de los hijos marca para ellas, el comienzo de un tiempo exclusivo para la educación en el hogar. Otras mamás incorporan el nacimiento del bebé y su licencia por maternidad como otro hito en su vida, que se une al recorrido de la vida propia, incluyendo en ésta su mundo laboral y profesional.  

El dilema de volver o no volver a trabajar

Aunque la futura mamá adore su profesión o su lugar de trabajo y no piense en abandonarlo cuando nazca su bebé, lo cierto es que una vez en casa con el pequeño las decisiones no se muestran tan claras. De hecho, nada continúa igual cuando se incorpora el bebé a la vida familiar: las rutinas cambian y los horarios y el descanso dependen más de sus necesidades que de la organización que quiera imponer la mamá, por segura y firme que sea. Por eso, si bien muchas mamás están de acuerdo en seguir con su vida laboral después de la licencia por matenrnidad necesitan contar con redes de sostén solidario a su alrededor. Para ellas no es tan sencillo como "irse y volver", algo que a menudo cuestionan en la actitud de los maridos. La mujer se pregunta: "¿Qué pasa si mi hijo tiene fiebre?, ¿Podré suspender la reunión si me llama la persona que lo cuida? ¿Llegaré a tiempo para darle el pecho de las seis?" Así siguen un cúmulo de preguntas que, si se extienden a otras edades de la crianza, se multiplican: "¿Verá mucha televisión en mi ausencia? ¿Quién lo ayudará en las tareas? ¿Cuándo podré invitarle amiguitos a casa?"

 

En fin, las preocupaciones se suman a las ya habituales responsabilidades de la casa y los hijos. Todo esto hace que volver a trabajar luego de haber tenido un bebé no sea tan fácil, aunque se viva el placer del espacio propio y la realización profesional.

La futura mamá es, tal vez, la que más ansiedad pone al pensar en qué decisión tomará y cómo se organizará. Sin embargo, si pudiera escoger y esperar, será más fácil decidir cuando haya pasado algún tiempo en casa con el bebé. Quizá la mamá descubra que nada antes le ha dado tanta satisfacción como cuidar a su recién nacido y pueda permitirse económicamente no trabajar. También puede sucederle que después de un mes quiere "treparse por las paredes" y prefiere volver a la rutina del trabajo, por mucho que ame a su hijo y se dedique a su cuidado.Naturalmente, cada caso y cada situacion es única, por lo que no sería justo considerar que todas las mamás que trabajan lo hacen únicamente para no "treparse por las paredes": factores económicos, sociales y personales se conjugan al tomar la decisión de retomar la vida laboral, tanto sea con carga horaria completa como de medio día.

Esta última opción - de tiempo parcial - tal vez sea la que mejor permite a la mujer cubrir las distintas responsabilidades de su vida. Las mamás coinciden en que si tuvieran la libertad de optar, esta última alternativa sería la elegida como ideal. Una profesión de docente lo permite, como también aquellos trabajos que se realizan de manera independiente, en los que los horarios son flexibles y dependen más de la propia capacidad de organizarse. “Yo tengo mi emprendimiento personal, por el que siento pasión, así que durante el embarazo había decidido que, una vez recuperada del post parto, lo retomaría con facilidad desde mi casa, en los horarios en que Pedrito, mi bebé, durmiera. Sin embargo, pasados ya tres meses, puedo decir que no me funciona para nada eso de trabajar en casa. Me distraigo, Pedro me conquista con sus gracias y no duerme períodos tan largos como yo suponía”, cuenta Roxana, quien decidió continuar sus tareas pero fuera de su casa tres días por semana, varias horas. Para eso, tuvo que aprender la rutina de sacarse la leche antes de partir y, también, en el trabajo. “Al comienzo era todo un mecanismo complejo, pero ahora estoy muy familiarizada con el sacaleche y en pocos minutos logro almacenar más de 100 ml.”

El manejo de los tiempos

Lo cierto es que no siempre se puede elegir entre volver y no volver a trabajar, y en ese caso la mamá tiene que saber con certeza que está haciendo lo que debe, sin culpas. Como muchas mamás que eligen o deben trabajar, estará muy exigida y presionada.

A pesar del trabajo, hacer un tiempo para los hijos es primordial. Adrián Dall´Asta, Presidente de la Fundación "Proyecto padres", dice que "los niños no tienen por qué cargar con las consecuencias del cansancio y nerviosismo de los padres." Cuando sean un poco mayores, seguramente  podrán ir comprendiendo y hasta ser pacientes con los horarios de sus mamás y papás. Lo recomendable es que no haya una negativa sistemática - tanto sea por razones de horario laboral, como por otras - a jugar con ellos.

Si todos los días la mamá y el papá vuelven muy tarde, tal vez la rutina mejor sea guardar un momento de tranquilidad para acostarlos y contarles un cuento o cantarles unas canciones a los más pequeños, o mimarlos con caricias; incluyendo, en cambio, un tiempo especial y más duradero con ellos los fines de semana.

El mundo laboral y las licencias por maternidad

Respecto del mundo laboral, debe saberse que las mujeres gozan por ley de 45 días de licencia pagada después del parto. En ocasiones, este lapso se negocia con el empleador y puede extenderse sumando días del período anterior al parto. De todos modos, esto no siempre es posible, porque de sucederle algún problema a la mujer en su trabajo o en el trayecto, si está dentro de los 45 días previos a la fecha probable de parto escrita por el médico, podría ocasionar un problema a su empleador.

La licencia por maternidad comienza cuarenta y cinco días antes a la fecha probable de parto y se extiende hasta cuarenta y cinco días después del parto. Sin embargo, la futura mamá puede optar por que se le reduzca la licencia anterior al nacimiento del bebé, que en tal caso no podrá ser inferior a treinta (30) días y gozar el resto del período total de licencia en los días posteriores al parto.

En caso de nacimiento pre–término se acumulará al descanso posterior todo el lapso de licencia que no se hubiere gozado antes del parto, de modo de completar los noventa (90) días.

Cuando finaliza la licencia las madres tienen las siguientes opciones:

  • Volver a trabajar y acceder al derecho de dos pausas diarias de 30 minutos cada una para amamantar a su bebé. (Algunas empresas permiten acumular esas dos pausas para retirarse del trabajo una hora antes)
  • Solicitar una extensión de la licencia sin goce de sueldo. La excedencia es una suspensión de la relación laboral, sin goce de sueldo pero conserva su fuente de trabajo. Para hacer uso de este beneficio, la mujer debe notificar a su empleador 48 horas antes de que finalice la licencia por maternidad. Si no lo hace y no regresa al trabajo, se entiende que optó por la compensación por cese de la relación laboral (prevista en el artículo 183 de la Ley de Contrato de Trabajo). El plazo de excedencia puede ser de tres a seis meses. Es de aplicación para el caso de parto o para cuando la madre debe cuidar a hijo menor de edad enfermo a su cargo.
  • La compensación por cese de relación laboral. Si la mamá elije no volver a trabajar puede ejercer lo que se llama “Compensación por cese”. En el caso de que la madre  deba cuidar a su hijo menor enfermo, puede solicitar concluir su relación laboral y, en tal caso, percibe una compensación monetaria por el tiempo de servicio que es igual al 25% de su sueldo por año trabajado.

La vuelta al trabajo y la lactancia

Una vez  de regreso, también la ley contempla una hora diaria de descuento del horario laboral, supuestamente para beneficiar la lactancia materna. Esto no es tan fácil, por las distancias que debe recorrer a veces una mamá que tiene lejos a su bebé. Por eso, en los casos en que se pueda, será ideal que bebé y lugar de trabajo de la mamá no estén alejados. Para favorecer la lactancia materna sí son ventajosos las empresas o instituciones que brindan servicio de sala maternal, a la vez que un horario flexible de trabajo. Si bien existe una ley que sugiere la creación de tales salas en aquellos lugares en que el número de mamás sea superior a ocho, esto no se cumple ni resulta muy realista a veces exigirlo, pues tampoco está claro quién tiene que encargarse de vigilar que se logre. La iniciativa personal, en estos casos, puede hacer mucho: “Cuando estaba embarazada de mi primer hijo -recuerda Marcela- me desesperé porque no podía trabajar menos de siete horas diarias y no quería pasar tanto tiempo fuera de casa. Además, ni mi marido ni yo tenemos familiares en la ciudad en que vivimos. Pensé que una “guardería” o sala maternal en donde trabajo sería una solución, y comencé a “militar” para lograrla”, cuenta. Recorrió pasillos y oficinas buscando otras mamás con necesidades parecidas, encontró reglamentaciones, habló con las autoridades, formó una cooperadora... “¡Y salió! Hoy vuelvo la vista atrás, hace seis años, y me parece un milagro saber que mi tercer hijo es el que está ahora a tan pocos metros de donde estoy yo.”

A cada mamá le llevará su tiempo encontrar la mejor decisión para su caso, pero será más fácil y rápido lograrlo si actúa con la certeza de que hace lo que debe y lo que puede, sin descuidar lo que más ama en el mundo.

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