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2 años

Cómo elegir la colonia de vacaciones

Cómo elegir la colonia de vacaciones

Cada vez son más los clubes, los jardines de infantes y las instituciones que proponen colonias de verano para desarrollar actividades que mantengan a los más pequeños ocupados y entretenidos durante el receso escolar.

Cómo elegir la colonia de vacaciones

¿Qué nos impulsa a buscar una colonia de vacaciones? ¿Nuestro niño está demasiado tiempo solo o entre mayores? ¿Se hace evidente la necesidad de más espacio para que juegue y deambule? ¿Los días con temperaturas más cálidas favorecen la socialización a través de actividades al aire libre y la colonia es una propuesta adecuada?.

Todos o algunos de estos interrogantes nos conducen muchas veces a  considerar que lo ideal sea tal vez que nuestro hijo concurra a una colonia de vacaciones.

No obstante, una vez tomada la decisión, surgen preguntas acerca de cómo seleccionar la colonia de vacaciones que mejor se ajuste a las necesidades e intereses de nuestros hijos y a nuestras expectativas y posibilidades.

  • ¿Cómo elegir la colonia de vacaciones adecuada?

Todos los interrogantes en torno a cómo elegir la colonia de vacaciones tienen su caudal de peso en la decisión, siendo unos más poderosos que otros según las familias y las circunstancias. En consecuencia, todas las variables merecen ser contempladas aunque probablemente no se nos hubiera ocurrido analizar tantas aristas de este hecho al cual tal vez no habíamos considerado muy significativo hasta este momento pero que es sumamente trascendente en la vida de nuestro niño.

La ubicación geográfica de la institución, su infraestructura e instalaciones, las actividades propuestas, los días y horarios, la trayectoria pedagógica y la capacitación de los docentes y profesores, los intereses de nuestros hijos son, entre otras, algunas de las variables a tener en cuenta en el proceso de búsqueda de una colonia de vacaciones.

  • ¿Qué tipo de actividades se desarrollan en ella?

Es primordial analizar si la propuesta incluye una planificación adecuada, en la cual se prioricen los juegos de agua y con elementos húmedos y se destine una gran parte del tiempo a disfrutar de espacios amplios y al aire libre. Las actividades deben incluir la creación de hábitos, rutinas, consignas y modos que pasarán a constituir un “descubrimiento” para el niño que las irá integrando en el transcurso de la colonia de verano.

  • ¿Cuáles son sus principales ventajas?

Si estas actividades se llevan a cabo con su propia esencia, con el sostén adecuado de lugares, normas, tiempos y pausas bien pensados de acuerdo a las posibilidades de cada grupo etario, ofrecerán la diversión y el disfrute anhelados por padres e hijos y marcarán acentuadamente el tiempo de “recreación” acorde con el estío, con las altas  temperaturas del exterior, con la justa climatización de los interiores que induzcan al sereno descanso y serán parte de una placentera estadía veraniega para los pequeños. En este hacer se profundiza la adquisición de ciertos hábitos y se inician muchos otros, algunos de los cuales son, entre otros, ponerse la ropa adecuada para el juego de agua, secarse después de las actividades húmedas, lavarse solos las manos, vestir algunas prendas fáciles y con gradual dificultad, calzarse ojotas o sandalias sencillas.

Son abundantes las actividades que ofrecen la posibilidad de que los niños elaboren herramientas para su desempeño. Si la colonia ha sido bien planificada, con creatividad, buen espacio, la transformación del ambiente y otras estrategias propias de docentes comprometidos, y si además se trata de una institución ya conocida para el niño, la misma ofrecerá un servicio enriquecido con la ventaja de los vínculos avanzados y sostenidos.

  • ¿A partir de qué edad se recomienda que los niños concurran a una colonia de vacaciones?

En términos generales, no hay una determinada edad sino una instancia madurativa a partir de la cual el niño está mejor predispuesto para asistir a una colonia. Esto está directamente relacionado con la asistencia a un jardín maternal o de infantes o a algún tipo de actividad con una mínima frecuencia de dos o tres veces por semana, sean talleres de juego, de arte, etc.

Es decir, un niño que no está habituado a mantener una asistencia sistemática sin la compañía o sostén de un adulto de su entorno (madre, padre, abuelos, etc.) difícilmente disfrute de las propuestas de una colonia, a menos que, por supuesto, concrete su período de adaptación en la misma, situación muy poco frecuente por el corto período de tiempo del que hablamos.

Hay, por supuesto, excepciones. En algunos casos se trata de niños extremadamente sociables que aún sin realizar adaptación, concurren a una colonia y realmente disfrutan de ella.

  • ¿Cuántas veces por semana resulta más adecuado enviar a los niños a la colonia?

Habitualmente la asistencia mínima sugerida es de dos o tres veces por semana, de forma tal que entre un encuentro y otro no haya un lapso de tiempo demasiado largo (esto desde la óptica de niños pequeños de hasta tres años de edad). El resto depende de la situación particular de cada chiquito. Es recomendable tener siempre en cuenta a qué está acostumbrado el niño para lograr un equilibrio entre el descanso de toda la actividad anual y el aburrimiento que genera la ausencia total de actividades sociales con grupo de pares.

En otras palabras, si se trata de un niño que de marzo a diciembre asiste al jardín durante todo el día, hay que encontrar la forma de que continúe su contacto social y de actividades durante el verano sin llegar al extremo de impedir un mínimo descanso para recuperar energías para el siguiente ciclo lectivo.

  • ¿Es necesario contar con un período de adaptación?

Existe una marcada diferencia entre experimentar una colonia a la que nunca se ha asistido y continuar con la actividad de colonia en una institución que al niño le resulta familiar.

En caso que sea la primera y que la institución a la que concurre el pequeño no ofrezca continuidad, a todo lo anterior habrá que sumarle un período de apropiación del nuevo lugar con todas sus personas; y decimos “apropiación” porque tanto la mamá (o el adulto) que lleva al niño como él mismo necesitan cumplir con los pasos de ver, conocer, descubrir, aceptar, confiar y finalmente, entregarse a la acción y al goce.

Recién después de cumplidas estas etapas que constituyen el “proceso inicial” y que se produce en la familia y en el niño, se puede encarar el verano con la convicción de haber tomado la mejor decisión.

Celia  María Pereira Rosa Miembro del Equipo Directivo de Puerto Crianza Asesora pedagógica de Puerto Crianza Ediciones Fuente: Revista VACUNAR NEWS (VACUNAR S.A. centros privados de vacunación) Imagen: Revista VACUNAR

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