"Siento como burbujas en la panza"
La mayoría de las mujeres embarazadas siente a su bebé por primera vez entre las semanas 16 y la 22. Los movimientos iniciales pueden pasar inadvertidos para la mamá primeriza, porque se parecen a un burbujeo o cosquilleo en el interior, y no se trata de las famosas "pataditas" tan comentadas, que tardarán más en hacerse notar. Si la mamá ya ha tenido otro embarazo, tal vez pueda reconocer los movimientos de inmediato, no sólo por su experiencia anterior, sino también porque el útero se encuentra en situación de admitir más fácilmente esas distensiones provocadas por el bebé que se mueve. Si hay sobrepeso, sentir el movimiento se dificulta; y si el bebé es muy pequeño, esta experiencia puede demorarse también. Sin embargo, habrá que tener presente que lo más común es que llegada la semana 26 de gestación, la mamá debería haber percibido alguna manifestación de movimiento. Pasada la semana 30, es raro que pase un día sin que se perciba al bebé moverse, lo cual puede ser un dato importante sobre el estado de salud del bebé.
Cada bebé es diferente en lo que respecta a la cantidad de movimientos diarios y, sobre todo, al vigor de estos golpecitos. Para Patricia, esto era un dato sobre la personalidad de su hijo en el futuro: "Estaba segura de que Sebastián sería inquieto y dormiría poco. ¡Es que no se quedaba en paz! Al sexto mes, pateaba tanto que yo solía decir "será futbolista". Y así fue: con sus tres años no para de jugar con la pelota, y de bebé fue un madrugador terrible." En realidad, poco fiables son los datos de la panza respecto del futuro carácter del bebé. Según el consenso de los obstetras, no hay ninguna evidencia científica que demuestre que un bebé inquieto en la panza lo será durante su vida. Sí puede suceder, en cambio, que una mamá inquieta mantenga excitado a su bebé tanto dentro como fuera de la panza, y en eso podría encontrarse una constante.
Lo que empieza a sentirse como una caricia, aleteo de mariposa o burbujas en la panza irá cobrando fuerza para hacerse sentir también con más frecuencia. Cerca del sexto mes los movimientos del bebé son constantes: patea, se estira, golpea. También es cierto que hay días en que se siente mejor la actividad por parte del bebé, algo que también depende de los momentos del día. Como cualquier otro niño y adulto, éste tiene momentos de sueño y vigilia, y la mamá irá sabiendo distinguirlos. Por ejemplo, cuando ella se relaja o recuesta (sobre todo del lado izquierdo), es más común que el bebé se haga notar. Esto no quiere decir que no se mueva cuando la mamá está en actividad; sino que es ella quien está más atenta para percibirlo. Si se comen dulces (gaseosas o chocolates), podrá sentirse al bebé casi dando pequeños saltitos. Por eso, para las ecografías y monitoreos, ingerir dulces unos veinte minutos antes es un buen recurso que los médicos suelen sugerir para ver al bebé en plena actividad.
Al final del embarazo el bebé por lo general no es tan activo, ya que el espacio en el útero no da tanto lugar para que se mueva libremente y la cantidad de líquido amniótico disminuye. De todas maneras, las mamás deben estar atentas a cualquier señal de movimiento, ya que este es siempre indicio de buena salud del bebé. Por eso, si hacia el final del embarazo pasan más de dos horas sin sentirlo, habrá que comunicarse con el médico para decidir cómo comprobar que todo está bien. Estando en reposo, la mamá puede utilizar dos horas de su tiempo durante algunos días para comprobar: primero, si se registran movimientos en ese lapso; segundo, si la cantidad de éstos disminuye o si se mantiene. Regularmente, podrá sentir unos diez movimientos bien definidos (patadas o giros).
Otra forma de sentir la presencia notoria del bebé es a través del hipo, movimiento rítmico y reflejo que se manifiesta a partir del primer trimestre, incluso varias veces al día. Es algo común, cuya causa no está definida, y que no causa ningún dolor en el vientre de la mamá. Y aunque el ataque de hipo puede durarle más de veinte minutos, no hay motivo para asustarse ni compadecerse, ya que no le provoca al bebé las mismas incomodidades que suele sentir el adulto en la misma situación.
En definitiva, lo maravilloso de sentir los movimientos del bebé es que la mamá no es la única que puede percibirlo. El papá, los hermanitos y otros familiares también pueden ver incluso cómo la panza se deforma mientras el talón o el codo del bebé parece deslizarse con fuerza desde el útero. Es una experiencia que conmueve, porque confirma la maravilla del hecho de dar vida y facilita la aceptación e integración del nuevo miembro que está por ocupar un lugar fuera de la panza, entre todos.