Niño

Quiero decirte que…

Quiero decirte que…

De pronto, el bebé quiere saber cómo se llama cada una de las personas y los objetos que lo rodean y sorprende a la familia aprendiendo doce palabras por día. Cómo ayudarlos en el titánico proyecto de la conquista del lenguaje. Cómo involucrar a los hermanos.

Quiero decirte que…

Después de doce meses, la mamá ya está acostumbrada a interpretar cada uno de los gritos y los llantos de su hijo. Y de pronto, ¡el bebé tiene algo que decir! La adquisición del lenguaje es un proceso largo que comienza mucho antes de que el pequeño verbalice sus primeras palabras. Ya cumplido el primer año, aunque falta mucho para que pronuncie sus preferencias, las empieza a hacer notar mediante gestos y actitudes.

Consolidado el hábito de señalar todo, empieza a adquirir palabras a un ritmo vertiginoso. Además de “mamá”y “papá”, a los 16 meses, aproximadamente, ya pronuncia cerca de 15 palabras y entiende muchas más. Además de su propio nombre, intenta pronunciar el de sus hermanos: así surgen frecuentemente sobrenombres que se generalizan y perduran en el tiempo.

Un informe llamado Características del desarrollo del lenguaje en los niños de 1 a 5 años, de la Sociedad Argentina de Pediatría , brinda las generalidades del desarrollo de lenguaje entre los 12 y los 24 meses:

  • Verbaliza palabras, combinando sonidos de la lengua (idioma) reconocibles por el adulto, ampliando considerablemente su repertorio léxico.
  • Utiliza una sola palabra con la intención de comunicar mensajes más amplios. Por ejemplo: dice "papá" para expresar: “ahí está papá, dónde está papá, quiero ir con papá”.
  • Intenta reproducir palabras que escucha en su medio sociolingüístico.
  • Participa de la interacción verbal: escucha cuando le hablan y responde usando los recursos que posee. Usa gestos y entonaciones diferentes según interrogue, pida, ordene, se queje, etc.
  • Comprende y reconoce nombres de personas, objetos, referencias a acciones, situaciones y lugares conocidos, algunas partes del cuerpo e interrogaciones con palabras como “¿qué?” o “¿dónde?”.

El programa Poder del Lenguaje de la fundación norteamericana Bright Begginings, recomienda a los padres: “La mejor forma de preparar a su hijo para el posterior aprendizaje es hablar mucho, lo cual incluye conversación en cantidad, mucha confianza y mucho tiempo de juego compartido. Puede lograr una gran diferencia en el mejor desempeño de su hijo en la escuela e incluso luego en la vida a partir de cuánto le hable los primeros tres años de vida”.

Los chicos necesitan que los padres y los hermanos dediquen tiempo a conversar con ellos. La lengua no se adquiere escuchando la radio o la televisión, ni mediante conversaciones ajenas.

La acción del entorno es determinante para el desarrollo del lenguaje. En su adquisición, intervienen una serie de factores: aptitudes lingüísticas, nivel sensorial y fisiológico, capacidad intelectual, buen desarrollo neurológico y un entorno adecuado. Este último factor es el que marca la diferencia. Un niño sin impedimentos en ninguno de los cuatro factores, pero sin la estimulación favorable, sólo alcanzará un desarrollo verbal bajo o medio. Si por el contrario, tiene alguna traba en las aptitudes lingüísticas, por ejemplo, pero recibe el aprendizaje adecuado, podrá lograr un nivel medio o alto.

Es bueno que los padres pidan a los hermanos mayores que le enseñen nuevas palabras al bebé. Por lo general, esta actividad los entretiene y los hace sentirse grandes e importantes, al tiempo que favorece el desarrollo del pequeño. Esto funcionó muy bien en la casa de Valeria, madre de Sofía (5) y Matías (2): “Sofía estaba bastante celosa de Matías y trataba de llamar la atención todo el día. Un día se me ocurrió pedirle que le ‘leyera’ un cuento a su hermanito. Con el librito en la mano, le fue señalando los dibujitos para que repitiera las palabras. A los dos les encantó la actividad. Ella, especialmente, estaba en su salsa en su papel de maestra ciruela”.

La lectura es un modo ideal para estimular el lenguaje. Ahora el bebé puede participar activamente de esta actividad, pronunciando las palabras que sus padres o hermanos le señalan. Al terminar una página, por ejemplo, es bueno detenerse en los dibujos y pedirle que señale lo que le llama la atención.

Una buena idea para estos meses de explosión del lenguaje es grabar sus palabras con una filmadora o en la computadora. Este documento se trasformará en un recuerdo invaluable con el paso del tiempo.

Los padres y hermanos deben evitar:

  • Hablarle al bebé con oraciones simplificadas.
  • Utilizar palabras o estructuras incorrectas.
  • Censurarlos por errores lingüísticos: todavía no es el momento de corregirlos.
  • El bebé aprenderá por escuchar que los mayores hablan correctamente.
  • No forzar el aprendizaje, que sea un juego.

Nota supervisada por el Equipo Médico de Mamashelp.

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