Bebé

Las estructuras familiares y los roles de cuidado

Los niños son uno de los grupos poblacionales que mantienen un alto nivel de dependencia de los  recursos familiares y de los referentes adultos. Por ello, este grupo es el que más fuertemente recibe los efectos de las múltiples transformaciones que se producen hoy en la familia.

Las familias de los niños y las niñas

Los niños y las niñas que hoy tienen entre 0 y 4 años de edad pertenecen en su mayoría a familias jóvenes que enfrentan contextos diferentes a los de otras generaciones, no solo en lo que respecta a la constitución de la familia (mayores tasas de hijos nacidos fuera del matrimonio y de madres jóvenes que no cuentan con el respaldo de un  cónyuge o compañero), sino también en las oportunidades de inclusión plena de derechos en el mercado laboral y en la adquisición de una vivienda, aspectos claves para garantizar la subsistencia del grupo familiar.

En 2009, se registró que 80% de los niños y las niñas menores de 5 años en las grandes ciudades de la Argentina vivían con su papá y su mamá biológicos bajo un mismo techo, y 20% lo hacía con su mamá o con su papá (13% en familias monoparentales3 y 7% en familias ensambladas4). A medida que desciende el estrato socioeconómico, aumenta la probabilidad de que los niños y las niñas vivan con solo uno de sus progenitores.

Los hogares monoparentales pueden o no ser extensos 5, y esto hace la diferencia cuando el foco de atención es el cuidado de los niños y las niñas. Los estudios sobre las transformaciones de la familia suelen señalar que en el caso de los primeros, en los que casi siempre hay otros adultos de referencia para el niño/a como abuelos o tíos, una distribución más equitativa de responsabilidades y un ambiente de cooperación y cohesión social (García y Oliveira, 2005), las desventajas sociales relacionadas con los procesos de crianza y socialización suelen ser menores a las registradas en los hogares monoparentales no extensos, en general de jefatura femenina.

Sin embargo, algunos de los estudios que orientan su mirada hacia los conflictos intrafamiliares y el desarrollo integral del niño/a son coincidentes en señalar los problemas de integración y pérdida de “capital social” que suelen experimentar estos hogares, en particular aquellos en situación de pobreza, y que se manifiestan en déficit de cuidado y de estimulación intelectual, emocional y social (CEPAL, 1994; Buvinic, 1997; Kaztman, 2000; Tuñón, 2010).

En la Argentina, la responsabilidad del cuidado de los niños y las niñas aún no ha sido asumida como un compromiso compartido en el interior de la familia, el Estado y la sociedad, en el marco de un conjunto integral de políticas de “cuidado” de los niños y las niñas desde una perspectiva de derechos (Cogliandro, 2009; Pautassi, 2009). El reconocimiento del cuidado como un derecho de niños y niñas representa un desafío para la sociedad argentina, que adquiere relevancia en el marco de las nuevas organizaciones familiares y particularmente cuando se trata de hogares monoparentales en condiciones de pobreza.

Principales cuidadores

En la práctica, la responsabilidad del cuidado infantil en la Argentina sigue siendo competencia principalmente de las mujeres madres. En efecto, la mayoría de los niños y niñas menores de 5 años pasan la mayor parte de su tiempo con su madre. No obstante, cabe señalar que en los últimos años se incrementó la proporción de niños y niñas que permanecen al cuidado de sus padres varones y otros familiares, mientras que se mantiene constante la proporción de niños y niñas al cuidado de hermanos y otros no familiares.

En el marco de los hogares monoparentales, es claramente mayor la probabilidad de que los niños y niñas queden al cuidado de hermanos, otros familiares y no familiares que en el marco de los hogares biparentales. Los otros integrantes del grupo familiar cumplen roles importantes de cuidado de los más pequeños, los que en el contexto de los hogares biparentales suelen ser cubiertos por los cónyuges.

La mayor propensión de los niños y niñas a ser cuidados por su padre varón se registra en el estrato social medio alto, donde el cuidado de los niños y las niñas es compartido con otros no familiares, como empleadas domésticas o niñeras. A su vez, los niños y niñas más vulnerables son cuidados también por hermanos y otros familiares que colaboran
con los adultos de referencia.

Estas tendencias son coincidentes con otros estudios en los que se señala cómo  los varones van asumiendo más responsabilidades en el cuidado de los hijos y en tareas cotidianas como darles de comer, bañarlos, vestirlos y hasta cambiarles los pañales, y de qué manera la incorporación de ese patrón estaría más extendido entre los varones de sectores medios que entre los de sectores populares (Wainerman, 2007; Cosse, 2008).

Fuente: Newsletter del observatorio de la Maternidad n°39
Para conocer más sobre el Observatorio de la maternidad

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