Bebé

El niño regurgitador o vomitador “feliz”

La Dra. Florencia Nemirovsky, (MN 102670), asesora de  Nutribaby, escribe sobre la regurgitación. Causas y consejos para sobrellevar el tema.

¿Qué se entiende por reflujo gastroesofágico?

El reflujo gastroesofágico (RGE) es un trastorno gastrointestinal funcional caracterizado el movimiento retrógrado del contenido gástrico hacia el esófago con o sin vómitos o con regurgitación. El RGE es un fenómeno fisiológico que se produce principalmente después de las comidas, durante un período breve de tiempo que no causa enfermedad.

El RGE fisiológico ocurre en el 60% de los lactantes a los 4 meses de vida. A los 10-12 meses sólo los presentarán el 5%. En casi todos estos niños, los vómitos se resuelven de forma espontánea antes de los 2 años de edad. No se debe estudiar ni medicar. 

El “regurgitador o vomitador Feliz“ es el lactante que regurgita y/o vomita con variable intensidad , sin otro síntoma acompañante, crece bien y está sonriente.

Los episodios de reflujo se producen principalmente por relajaciones transitorias del esfínter esofágico inferior (LES) gatillado por distensión del fondo gástrico. Los lactantes presentan mayor número de episodios de relajación del LES debido a diferentes causas:

  • Inmadurez del mecanismo valvular de cierre de la entrada del estómago: La musculatura del esófago, el ángulo con que aborda el estómago, y el diafragma que rodea esa zona son los tres elementos que se oponen al retroceso de los alimentos que llegan al estómago, y que nos permiten estirarnos e incluso hacer el pino sin que salga la comida por la boca. Todos ellos son aún ineficientes en el bebé, lo que explica la facilidad con que se produce el reflujo de su contenido.
  • Postura horizontal: Mientras no van empezando a sentarse y la fuerza de la gravedad ayuda a vaciar el estómago, su contenido está continuamente poniendo a prueba un mecanismo de cierre inmaduro.
  • Alimentación líquida: Lógicamente, cuanto menos espeso sea el contenido del estómago, más fácil será que refluya.

Cuando este fenómeno incrementa su frecuencia e intensidad, puede llegar a superar la capacidad defensiva de la mucosa esofágica y provocar una enfermedad por RGE (ERGE). Los estudios complementarios deben ser indicados e interpretados por el especialista. El pediatra debe seleccionar a quien derivar y por eso es fundamental diferenciar clínicamente RGE fisiológico vs ERGE.

¿Cómo se diagnostica el Reflujo gastroesofágico?

Se basará exclusivamente en la historia clínica para su correcto diagnóstico se sugiere tener en cuenta los siguientes criterios clínicos, donde particularmente se jerarquizan los aspectos positivos para el diagnóstico y los datos a descartar.

  • Niño saludable de 1 a 12 meses de edad.
  • Presencia de 2 o más regurgitaciones por día durante 3 o más semanas de evolución.
  • Sin evidencia de náuseas, apneas, hematemesis, alteraciones posturales ni retraso de crecimiento (síntomas que se asocian con ERGE)
  • Sin evidencia de trastornos metabólicos, neurológicos o digestivos.

Historia clínica y examen físico

El RGE puede ser diagnosticado por examen físico adecuado e historia típica de reflujo, como la presencia de vómitos e irritabilidad.

¿Cuáles son los tratamientos recomendados por los profesionales?

El papel del pediatra en estas situaciones es simple, aunque a veces no fácil: convencer a los padres que el niño no necesita ningún examen complementario y que su hijo mejorará con el tiempo, teniendo en cuenta las siguientes recomendaciones:

En el lactante “regurgitador o vomitador feliz” reafirmar ante la familia los siguientes conceptos:

  • Estos episodios no tienen ninguna repercusión en el lactante y la mayoría desaparecen antes del sexto mes de vida.
  • La leche materna es el mejor alimento ya que permite un mejor vaciamiento gástrico con menor número de episodios.
  • Disminuir el volumen de cada toma a 20 ml/ kg de peso, así se evita la distensión gástrica, factor favorecedor del RGE.
  • Asegurar un buen progreso de peso.
  • No movilizar al bebé en forma intempestiva después de comer.
  • Para dormir optar por acostarlos sobre el lado izquierdo o combinar esta posición lateral con la inclinación, levantando a la vez la cabecera de la cuna.
  • Respetar la demanda alimentaria del niño, no forzarlo a comer.
  • Evitar el uso de ropa ajustada en la cintura.
  • Promover medidas higiénico-ambientales, evitando lugares contaminados, el hacinamiento y el humo de cigarrillo
  • Si el niño es alimentado con fórmula puede proponerse el uso de una fórmula comercial espesada (AR), que podría ayudar a controlar la frecuencia de regurgitación
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